En un tranquilo pueblito junto al Lago Starlight vivía una dulce niña llamada Crystal. Vestida con un vestido gris bordado y un gran lazo sobre sus coletas, Crystal era conocida por sus mejillas sonrosadas y su radiante sonrisa. Pero tenía un secreto especial...
Ella podía oír las voces de las flores.
Un día, el jardín del pueblo quedó en silencio. Las flores dejaron de susurrar y sus colores comenzaron a desvanecerse. Los aldeanos, preocupados, pidieron ayuda a Crystal. Al tocar un pétalo marchito, oyó un leve murmullo: la Piedra del Corazón del jardín había perdido su brillo.
Valientemente, Crystal emprendió un viaje. Con sus zapatitos rojos, atravesó bosques neblinosos y arroyos cristalinos hasta encontrar la Piedra del Corazón bajo un árbol centenario, cubierta de polvo. Sosteniéndola con delicadeza, susurró historias del jardín: momentos alegres, risas y días soleados.
Lentamente, la Piedra del Corazón volvió a brillar con calidez. La luz se extendió por el pueblo y las flores florecieron con más brillo que nunca, cantando sus suaves melodías.
Desde ese día, todo el mundo lo supo:
Mientras Crystal estuviera allí, las flores de la ciudad nunca dejarían de florecer.