En el acogedor pueblo de Maplewood, todos conocían a la audaz e inolvidable Scarlett Monroe . Con rizos rojos como la mermelada de fresa y un vestido blanco y negro con lazo que parecía sacado de un musical clásico, Scarlett nunca se mezclaba con la multitud: brillaba.
Pero su verdadera pasión no era la moda ni la actuación.
Estaba horneándose .
¿Su sueño? Ganar el legendario concurso de repostería de medianoche del pueblo.
La noche de la competencia, los pasteleros corrían por todas partes, pero Scarlett se mantuvo sorprendentemente tranquila. Llevaba el viejo recetario de su abuela, donde se guardaba el famoso "Pastel Sonriente", un pastel que, según se decía, brillaba suavemente si se horneaba con una sonrisa sincera.
Batía, giraba y removía, su gran arco rebotando con cada movimiento. Pero justo cuando buscaba el último ingrediente, ¡un mapache travieso apareció y le robó el extracto de vainilla!
En lugar de gritar, Scarlett lo siguió afuera. Encontró al mapache intentando consolar a su bebé enfermo con el dulce aroma a vainilla. Sin dudarlo, Scarlett le entregó la mitad de lo que le quedaba y susurró: «Espero que tu pequeño se mejore».
Cuando regresó, estaba segura de que no tenía ninguna posibilidad.
Sin embargo, cuando su pastel salió del horno, brillaba con un brillo cálido y suave, más brillante que cualquier otro en la historia de Bake-Off.
Scarlett Monroe ganó el primer premio esa noche.
Pero la verdadera victoria, ella lo sabía, no era el trofeo.
Fue aprender que la amabilidad es el ingrediente más mágico de todos.