Hazel y el jardín de los sonidos perdidos

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En el soleado pueblo de Brightfield vivía una dulce niña llamada Hazel Springwell . Con su suave lazo verde y su vestido amarillo pálido, parecía una pequeña margarita que había cobrado vida. Hazel adoraba la naturaleza y visitaba el jardín comunitario todos los días para escuchar a los pájaros, las abejas y el susurro de las hojas.

Pero una mañana, todo estaba en silencio.
No hay canto de pájaros.
Sin zumbidos.
Ni siquiera el susurro del viento.

Preocupada, Hazel decidió investigar.

Se arrodilló junto a los parterres, escuchó con la mirada apoyada en las macetas de barro y anotó con tiza en el sendero cuándo cada planta se había quedado en silencio. Finalmente, en el rincón más alejado del jardín, vio algo diminuto y tembloroso: un Duende del Sonido perdido.

El duende se había asustado por una tormenta eléctrica y escondió todos los sonidos naturales en su bolsillo mágico, con la esperanza de mantenerlos a salvo.

Hazel tomó suavemente su mano y dijo:
Los sonidos están hechos para ser escuchados. Son seguros cuando se comparten con el mundo.

Animado por su bondad, el duende abrió su bolsillo. Al instante, suaves tintineos de luz emanaron como luciérnagas: el regreso del canto de los pájaros, el susurro del viento y el zumbido de las abejas al jardín.

A partir de ese día, la gente solía decir:
Hazel Springwell tiene la magia para hacer que el mundo vuelva a hablar.